Docentes: Yunellys Marín Peña - Milena González - Yenifer Puello- Yira Luz Herrera

Este blog se ha creado como estrategia pedagógica en el mejoramiento continuo de la calidad Educativa para el fortalecimiento y la motivación desde el área de matemáticas y Lenguaje facilitando a través del uso de las tic el desarrollo de las competencias ciudadanas y propias del área en estudiantes regulares y con necesidades educativas especiales.

Modelo de Educación Inclusiva


Institución Educativa Policarpa Salavarrieta

Aprobación  Oficial Nivel Básica y Media Técnica Res. No.0375 de Jul. 28 de 2008
NIT. 802.003.453-6   DANE: 108758-000180     Código Icfes 141820  NUCLEO: 21
Calle 27 No.24-12  Soledad- Atlántico

MODELO DE EDUCACIÓN INCLUSIVA: 
“ESCUELA PARA TODOS”




MODELO DE EDUCACIÓN INCLUSIVA: “ESCUELA PARA TODOS”

El modelo pedagógico de la Institución Educativa Policarpa Salavarrieta tiene en cuenta  los principios de equidad y de inclusión.  De esta manera, propendemos por un modelo de educación inclusiva que defienda una educación eficaz para todos sean cuales sean sus características personales, sociales, cognitivas y culturales.   No basta con que los estudiantes con necesidades educativas especiales estén integrados en las escuelas regulares, sino que deban participar plenamente en la vida escolar y social de la misma.

La Educación Inclusiva

El origen de la idea de inclusión se sitúa en la Conferencia de 1990 de la UNESCO en Tailandia, donde se promovió la idea de una Educación para todos. A raíz de esta conferencia, en la llamada Conferencia de Salamanca en 1994, se da una adscripción a esa idea de modo casi generalizado como principio y política educativa, proclamándose principios que han de guiar la política y práctica en la construcción de una educación para todos.

La inclusión es un concepto teórico de la pedagogía que hace referencia al modo en que se debe dar respuesta en la escuela a la diversidad. Es un término que surge en los años 90 y pretende sustituir al de integración, hasta ese momento el dominante en la práctica educativa. Su supuesto básico es que hay que modificar el sistema para responder a todos los alumnos, en vez de entender que son los alumnos quienes se tienen que adaptar al sistema, integrándose en él. La educación inclusiva se presenta como un derecho de todos los niños y jóvenes no sólo de aquellos calificados como con Necesidades Educativas Especiales (NEE). Se pretende pensar las diferencias en términos de normalidad (lo normal es que seamos diferentes) y de equidad en el acceso a una educación de calidad para todos.

La inclusión es un proceso, una búsqueda continúa de formas de responder a la diversidad. No es un estado final, sino un camino que recorre cada escuela, lo que supone que no puede hablarse de escuelas totalmente inclusivas ni de escuelas totalmente excluyentes.

La inclusión presta una especial atención a los grupos o individuos con mayor riesgo de exclusión, pero no se limita a ellos. Considera la diversidad como fuente de riqueza y de aprendizaje. De esta forma, reconoce “la necesidad de atender a múltiples variables ambientales frente a los planteamientos exclusivamente centrados en problemas o deficiencias del alumno” (Verdugo, 2003) y lleva implícito un cambio paradigmático con respecto a las necesidades educativas especiales.

La educación inclusiva no sólo respeta el derecho a ser diferente como algo legítimo, sino que valora explícitamente la existencia de esa diversidad. Se asume así que cada persona difiere de otra en una gran variedad de formas y que por eso las diferencias individuales deben ser vistas como una de las múltiples características de las personas. Por lo tanto, inclusión total significaría la apuesta por una escuela que acoge la diversidad general, sin exclusión alguna, ni por algunos motivos relacionados con la discriminación entre distintos tipos de necesidades o con las posibilidades que ofrece la escuela. Desde esta postura, el uso de espacios y tiempos separados para cualquier estudiante en determinados momentos se niega por su carácter excluyente. Es por esto que los principios de la escuela inclusiva están ideológicamente vinculados con las metas de la educación multicultural.

La Educación Inclusiva  pretende que los cambios metodológicos y organizativos satisfagan las necesidades e intereses de los educandos que en la actualidad son considerados  con NEE y pasen a ser tenidos en cuenta como centro del proceso de enseñanza- aprendizaje que se imparte en nuestra institución. El cambio que implica esta propuesta sugiere la modificación de las culturas, las políticas y las prácticas sociales; significa que habrá que modificar progresivamente los modos de pensar y de hablar sobre la diversidad, los sistemas de gestión y rutinas que guían la vida en las escuelas y por supuesto, la práctica cotidiana de las aulas. Desde esta perspectiva se concibe el aprendizaje asumiendo el principio de la diversidad y por tanto se organizan  los procesos pedagógicos  teniendo en cuenta la heterogeneidad del  grupo. Según Fernández (2003) éstas deben reunir una serie de condiciones hacia las cuales  es necesario avanzar progresivamente considerando este principio como un elemento que  enriquece el desarrollo personal y social, como un proyecto educativo de toda la escuela que  pretende implementar un currículo susceptible de ser adaptado a las diferentes capacidades, motivaciones, ritmos y estilos de aprendizaje de los alumnos. 
 
Así mismo, bajo este principio, se deben utilizar metodologías y estrategias de respuestas a la diversidad en el aula, aplicando criterios y procedimientos flexibles de evaluación y promoción con una disponibilidad de servicios continuos de apoyo y asesoramiento orientados a la globalidad de la escuela. 
 
Con el aprendizaje colaborativo, constituyéndose en un modelo educativo de la cultura inclusiva. Se promueve con este modelo una educación de calidad que permite desarrollar las potencialidades tanto individuales como sociales. Propicia que el alumnado aprenda de una forma más sólida y estimulante, mejorando las relaciones interpersonales. 
 
Con este tipo de aprendizaje bien organizado, los estudiantes se benefician del aprendizaje conjunto, siendo efectivo tanto en las áreas cognitiva y social como en la evolución del aprendizaje de los educandos. No parece haber indicios de que los estudiantes más capaces se perjudiquen de esta situación por la falta de nuevos estímulos y oportunidades. Las personas participantes de este enfoque aprenden más y mejor cuando se emplean técnicas de aprendizaje colaborativo, ya que éstas incitan a la participación activa de su propio proceso de aprendizaje (Barkley, Cross y howell, 2007). Este enfoque tiene un efecto muy positivo en la autoconfianza de los alumnos y a la vez estimula las interacciones sociales en el grupo de iguales, beneficiando tanto a los maestros como a los discentes. Fomenta en los estudiantes valores de solidaridad, respeto, tolerancia, y responsabilidad, fortaleciéndose de esta manera una cultura verdaderamente inclusiva. 
 
Dentro de esta forma de aprendizaje el apoyo a los estudiantes  debe ser proporcionado por los profesionales mediante una planificación de actividades pensadas para todo el alumnado, siendo conscientes de sus diferentes puntos de partida, experiencias, intereses y estilos de aprendizaje, o cuando los niños se ayudan entre sí (Booth y Ainscow, 2000). No obstante, cuando se brindan apoyos especiales con profesionales expertos, se recomienda que dichos apoyos sean precisos, aprovechándolos no sólo en el alumno que lo requiere, sino en pro del resto de los estudiantes. Esto implica una nueva reestructuración del proceso de aprendizaje en el aula.  Implica entonces una profunda variación en los currículos y en la formación inicial del docente. Exige adaptaciones en el contexto y en la escuela, en las prácticas didácticas y en los materiales educativos de apoyo que no se adecuan a las necesidades de los estudiantes, ya que la escuela se adecuará a las necesidades de ellos y no ellos a  las condiciones de la escuela.
 
Es por esto que la escuela inclusiva no es más que un camino hacia la sociedad inclusiva; por lo que la relación entre la escuela y la sociedad, no es más que una consecuencia natural ya que aquella forma parte de una comunidad. Al definir efectivamente a la escuela como el lugar de convergencia de los intereses comunes, como la mejor alternativa para mejorar la calidad de vida de una diversidad de niños, niñas, jóvenes y adultos.


Un modelo de escuela en la que los Docentes, los estudiantes  y los padres de familia participan y desarrollan un sentido de comunidad entre todos los participantes, tengan o no discapacidades o pertenezcan a una cultura, raza o religión diferente. Pretenden una reconstrucción funcional y organizativa de la escuela integradora: adaptar la instrucción y proporcionarles apoyo a todos los estudiantes de modo que profesores ordinarios y profesores de apoyo trabajan conjuntamente y coordinadamente dentro del contexto natural del aula ordinaria, favoreciendo el sentido de pertenencia a la comunidad y la necesidad de aceptación, sean cuales fuesen las características de los alumnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario